Early on Wednesday morning, when the Donald Trump’s victory in the US elections already seemed unanswerable, French President Emmanuel Macron decided to call German Chancellor Olaf Scholz. The objective was to mark a common line on the Franco-German axis and by extension in the European Union: Trump had to be congratulated, but without giving an inch in the independence of Europe. Furthermore, Macron insisted, it was necessary send a public message that defends its own security policy without renouncing historical ties with the United States.
It was not a new idea from the French president. Macron has been asking Europe for months to seek a position of military autonomy regarding its American partner, given the possibility that a Republican victory would end the help ukraine and force the European Union to defend itself against Russian imperialism.
The High Representative for Foreign Affairs and Security Policy, Josep Borrell, He has also repeatedly stressed this need: if Ukraine loses the war with Russia, sooner or later, Putin will attack the Baltic republics and seek to extend his zone of influence to Moldova, Poland and Romania.
Taking into account that Ursula von der Leyen it has not yet finished forming its government commission, it was decisive to give an image of unity and strength. Macron hung up the phone, He published a tweet that congratulated Trump and vindicated his own foreign policy.…and after a few hours it exploded another bomb in the face: Olaf Scholz, with whom he had just spoken, ended his government coalition with the Liberal Democratic Party (FDP).
He dismissal of its leader, Christian Lindner, as finance minister broke any possibility of continuity of the so-called “traffic light” who has been ruling Germany for three years.
The threat of the extreme right
It is not that it was exactly an unexpected decision, although it came at a more than delicate moment. The relationship between liberals and social democrats has been stagnant for some timewith regular discussions about the spending ceiling. Now, Scholz can choose between governing alone, counting only on the support of the Greens (who do not seem to be ideal partners at this time either, since friction is constant) or calling new elections, which is what the conservative is asking for. CDU, top favorite in the polls.
The problem with this last solution, which will probably become inevitable, is the political context. Germany has been energy-dependent on Russia and military-dependent on the United States for decades. In other words, the country faces a time of crisis and renewal that goes beyond what is punctual and that affects strategic sectors. Will the German population have patience for that journey? He recent success of the AfD (Alternative for Germany) in the eastern state of Thuringia suggests the opposite.
De hecho, la última encuesta para el Bundestag, publicada este mismo jueves por Ipsos, da el triunfo a la CDU, pero coloca a la AfD como segunda fuerza política del país, por delante del PSD y sus hasta ahora aliados. A la CDU correspondería decidir si reedita una gran coalición, si opta por un gobierno con los liberales -algo que Lindner vería con muy buenos ojos- o, si los números no cuadran, se ve abocada a un pacto con una extrema derecha aliada de Putin y que se opone a defender a Ucrania de la invasión rusa.
Incluso si al final la CDU no quiere saber nada de Alice Weidel y Björn Hecke -es el escenario más probable-, el hecho de que uno de los “proxys” de Putin adquiera tal relevancia política en un país clave para la construcción europea no es buena señal.
Menos aún, como decíamos, tras el triunfo de Trump, algo que Scholz calificó como “un punto de inflexión” en las relaciones entre Europa y EEUU. Más allá fue Norbert Röttgen, diputado de la CDU y exministro con Angela Merkel: “Me temo un cambio histórico drástico”, afirmó el político alemán como previsión de futuro.
Más industria militar y más apoyo a Ucrania
En entrevista al periódico Der Spiegel, Röttgen advirtió de los problemas que puede suponer para Alemania y para Europa en general la eventual pérdida del apoyo militar estadounidense. Según el exministro, es urgente que los países de la Unión emprendan una política conjunta de gasto en seguridad. El dos por ciento que exige la OTAN y que apenas once países cumplen -una de las quejas recurrentes de Trump- no sería ya suficiente. Hay que aumentar las fábricas de armamento y su producción. Potencialmente, Europa tiene mayor capacidad industrial que Rusia, pero hay que pasar de las palabras a los hechos cuanto antes.
Asimismo, la defensa de Ucrania debe seguir siendo una prioridad. Es obvio que, en los próximos meses, los propagandistas rusos exigirán por toda Europa que cese la ayuda y que se obligue a Ucrania a firmar una paz que, en realidad, sería una rendición. Sin embargo, Röttgen insiste en la necesidad de mantener a Putin lejos de las fronteras de la Unión Europea. “Si Ucrania pierde, esta guerra será más cercana y más peligrosa. Tenemos que impedir eso”, afirmó el político de la CDU, sin vincular su posición a la de su líder, Friedrich Merz.
Recordemos que, a la espera de saber exactamente qué quiere hacer Trump con la OTAN y hasta dónde quiere extender su paraguas nuclear para proteger a Europa oriental de la amenaza rusa, solo dos países de la OTAN tienen sus propios arsenales de bombas atómicas: Reino Unido y Francia. Eso deja a Alemania y al resto de países europeos en una posición de debilidad, de ahí que Röttgen hable de una “ruptura histórica de la seguridad de Europa”, especialmente si los populismos, tanto de extrema derecha como de extrema izquierda (suelen coincidir en su antiamericanismo y su admiración hacia Putin) siguen creciendo en todo el continente… y los demócratas no consiguen ponerse de acuerdo en nada.
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